¿Recuerdas el dicho “Hay que guardar pan para mayo”? A muchos de nosotros nos lo repitieron nuestros abuelos y padres para inculcarnos el hábito de ser cuidadosos con el dinero y saber ahorrar en tiempos de bonanza, y así estar preparados para eventuales “tiempos de vacas flacas”.
El origen de esta frase no ha sido explicado con total precisión, pero se suele atribuir a los ciclos agrícolas marcados por las estaciones y la cultura de prevención en caso de que el mes de mayo no termine siendo un buen mes de lluvias, sino más bien un mes seco y por lo tanto, un riesgo de abastesimiento de alimentos.
Ahora bien, si nos vamos muy literales con esta frase, “guardar pan para mayo” podrías ser desatinado pues el pan, con el tiempo, se llena de hongos, se daña y debe ser desechado. De la misma manera, acumular dinero bajo el colchón como si de panes se tratara, en un afán acumulador, puede resultar sumamente ineficiente puesto que el “hongo” de la inflación también hará de las suyas por arruinar el valor de lo ahorrado.
Pero ¿cómo lo combatimos? La cultura de la prevención y el ahorro debe madurar hacia una cultura de inversión, no solo como un medio de planificación financiera, sino como un claro camino hacia la consolidación y crecimiento de nuestro patrimonio; con un horizonte de largo plazo y criterios de diversificación que harán que dicha transición del ahorro a la inversión se dé de forma eficiente y satisfactoria.
¿Qué significa ahorrar y qué significa invertir?
El ahorro es la diferencia entre los ingresos y egresos que genera una persona en un periodo de tiempo definido, es decir, lo que recibes menos lo que gastas. Ahorrar implica guardar el dinero, ya sea en físico o en “digital” en una cuenta bancaria, con el fin de utilizar esa liquidez en un objetivo futuro o una necesidad (urgencia/emergencia/contingencia) que se pueda presentar.
Por otro lado, invertir significa disponer de este dinero ahorrado para obtener futuras ganancias a través de un negocio propio, estudios, portafolios de inversiones (AFP, fondos mutuos, acciones, bonos, etc.), la compra de propiedades, entre otras; todas maneras de poner a trabajar el dinero.
Es importante mencionar que todas las inversiones, sin excepción, en mayor o menor medida, tienen cierto nivel de riesgo y a mayor riesgo se toma, mayor rentabilidad se espera obtener (importante: la rentabilidad histórica de un activo no asegura la rentabilidad futura). Por lo tanto, así como en el ahorro es importante considerar la inflación, en las inversiones es necesario identificar los riesgos y saber diversificar para mitigarlos.
¿Por qué es recomendable invertir?
No hay nada mejor que usar números puros y duros para darle un sustento sólido a un argumento y en este caso lo haremos para respaldar que la inversión es un método muy consistente para hacer crecer nuestro patrimonio en el mediano y largo plazo.
Aterricémoslo a un ejemplo: con un capital inicial de USD 2,000 y aportes mensuales de USD 200, a una tasa de rendimiento de 5.5% efectivo anual, que es bastante cauta para un portafolio diversificado, y un plazo de 10 años, el sujeto del ejemplo habrá realizado aportes por USD 26,000 y acumulado USD 35,089 total (aporte + rentabilidad).
Esto nos deja con una ganancia de USD 9,089 y un interés nominal total de 34.96%, en base a números realistas y un proceso en el que no es necesario saber de inversiones o ser muy sofisticados para aprovechar la herramienta llamada “inversión”; sólo es necesario ser consistentes y disciplinados para consolidar nuestro capital y hacerlo crecer. Esos USD 9,089 en 10 años son el resultado, no de haber dejado el dinero en una cuenta de ahorros, sino de adquirir y mantener una cultura de inversión virtuosa.
Consideraciones básicas para comenzar a invertir
Como todo en la vida, por lo general, el primer paso es el más difícil de dar al comenzar un nuevo proceso, y en el caso de la cultura de la inversión es importante que este paso se haga con suficiente información y la mentalidad correcta para no dejarse llevar por las emociones en situaciones de volatilidad, que son la materialización de los riesgos de mercado.
Para comenzar a invertir es de vital importancia identificar y cuantificar, en la medida de lo posible, las fuentes de riesgo de nuestras inversiones para saber combinarlas y complementarlas de la mejor manera. Además, parte de la mentalidad que queremos fomentar es entender que el riesgo no es algo malo, sino que nos puede jugar a favor para encontrar oportunidades en el mercado.
Así las cosas, siendo plenamente conscientes de los riesgos al invertir, y pensando siempre en el largo plazo, se podrás dar ese primer paso con firmeza y buen norte; “pisando fuerte” pasando del ahorro a la inversión.